sábado, 3 de enero de 2009

FRANJA DE GAZA

Los terroristas de Hamas han vuelto a romper el pactado alto el fuego en la Franja de Gaza, obteniendo una respuesta contundente del estado de Israel. Los israelíes han respondido con una contraofensiva como cabía de esperar, contra puntos y edificios estratégicos pertenecientes a los terroristas de Hamas, siendo su mejor golpe hacía el líder terrorista Nizar Rayan, partidario de reanudar los atentados suicidas contra Israel.

El Presidente francés Nicolas Sarkozy en calidad aún de presidente de la UE, llegó a interceder en el conflicto solicitando a Israel una tregua o alto el fuego mientras durasen estas fechas tan señaladas que estamos viviendo y que Israel se ha negado a aceptar, ya que eso daría tiempo a Hamas a reorganizarse y preparar una nueva ofensiva.

Pero esto va más lejos de lo que parece, no se trata de una guerra entre palestinos e israelíes como algunos medios de comunicación se empeñan en hacernos ver. Se trata de una guerra entre la libertad y el totalitarismo, occidentalismo contra islamismo, demócratas contra terroristas. Me llama poderosamente la atención como los medios de comunicación empleando ese dicho de que “una imagen vale más que mil palabras”. Nos meten en nuestras casas a la hora de comer imágenes de niños palestinos muertos tras algún ataque israelí, sin ningún pudor o principio moral hacía éstos. No les basta con dar la noticia y decir el número de víctimas que se hayan producido. No, nos lo tienen que meter en el plato de comida consiguiendo el efecto deseado. Cómo me decía un amigo mío, yo no sé qué pasa allí, pero veo a esos niños muertos y me dan ganas de matar judíos. Sobre estas imágenes de niños muertos, nada dice el defensor del menor. Y es que el oído no sirve, las razones o motivos que puedan llevar a realizar una defensa de una nación como ésta no importa, lo que le llega a la gente es la imagen televisiva de niños muertos, asesinados por la razón que sea, pero niños muertos. Sin embargo, cuando les digo que los propios terroristas usan a estos niños como escudos humanos, no pueden llegar a creerlo.

Pero el crimen contra el pueblo de Israel se paga caro, los israelíes no dejan que les salga gratis a estos terroristas sus intentos de exterminio del pueblo de Israel. Aquí en España posiblemente serían denominados como “chicos de la gasolina” tal como algún antiguo lendakari denominaba a los cachorros de los terroristas en el País Vasco. Pero en Israel los eliminan.

Europa vuelve a mediar en el conflicto dictando al diálogo y al acuerdo. No se dan cuenta o no quieren hacerlo, de que contra quién pretende degollarte o darte un tiro en la nuca no se puede uno sentar a dialogar, a pactar. Contra esto sólo cabe el Estado de Derecho o como ocurre en la Franja de Gaza, la contraofensiva.

No hace tanto tiempo nos avisó a los europeos un profético Winston Churchill, “Por evitar la guerra habéis perdido el honor. Tendréis deshonor y guerra”. Los europeos ahora volvemos a caer en el mismo error, recomendando a Israel que haga lo que hicimos nosotros contra el mayor enemigo del pueblo judío, Adolf Hitler, a hacer la vista gorda e intentar negociar o pactar sin emplear la violencia. Nosotros lo intentamos en su día y al final tuvimos que coger el toro por los cuernos, eso si, ayudados por los siempre odiados Estados Unidos.

Libertad contra totalitarismo, Europa se vuelve a poner al lado del bando equivocado, o quizás sea que nos sale lo peor de nuestras raíces, ya que provenimos de una Europa fascista y bolchevique. Pocos consejos estamos legitimados a dar, menos de esta índole.

Podéis opinar en: http://liberalenmarbella.blogspot.com

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ayer, un portavoz del Ejército hebreo apareció en Al Jazeera para decir que Israel tiene "derecho a defenderse" de Hamás. “No podemos dejar que bombardeen nuestras escuelas, que jueguen a la ruleta rusa con nuestros niños. Pero nosotros no somos Hamás, no bombardeamos escuelas, hacemos todo lo posible por evitar las muertes de civiles”, afirmó con rotundidad.

Dicho y hecho: en menos de 24 horas Israel ha bombardeado en tres ocasiones escuelas de la ONU. Aunque sabe dónde están, aunque la ONU le pasó las coordenadas de GPS, el Tsahal les ha dado de lleno. El último ataque, que ha tenido lugar hace apenas unas horas en el campo de refugiados de Yabalia, se acaba de llevar la vida de 40 inocentes.



Recordemos que, a diferencia de otros conflictos, el de Gaza es especialmente perverso porque los civiles no tienen a dónde huir. Israel los tiene cerrados a cal y canto desde hace años bajo un brutal bloqueo de elementos esenciales como alimentos y medicinas. En las escuelas de la ONU se refugian algunas de las 30 mil personas que han huido de sus casas ante la invasión terrestre que comenzó el pasado domingo.

También es importante recordar que esos desplazados internos son a su vez refugiados de 1948, de 1967, que una vez más se han visto obligados a dejarlo todo y escapar junto a sus nietos y bisnietos, con todo el peso de humillación y oprobio que esto conlleva.

Ataques contra la ONU

Si situamos en perspectiva esta terrible violación del derecho humanitario y de la Cuarta Convención de Ginebra, descubriremos que no es más que una repetición de la misma lógica de siempre: argumentando que se defiende, Israel lanza una ofensiva tan desproporcionada y violenta que la muerte de civiles está asegurada.

A medida que pasan los días, y ante el silencio cómplice de los líderes de llamados países desarrollados, la violencia y la frustración del Tsahal aumentan - ese ejército que hace décadas decía ser “el más moral del mundo” -, hasta que se les va de la manos y producen alguna gran carnicería, que destaca del resto por el alto número de muertos. Entonces sí, los líderes de las naciones democráticas se llevan las manos a la cabeza, muestran su falsa indignación, y dicen ya basta, hay que declarar un alto el fuego. Veamos los antecedentes:

1. Primera matanza Qaná

En 1996, Ariel Sharon lanza la Operación Uvas de la Ira contra Hezbolá en el Líbano. Durante 16 días las fuerzas armadas israelíes llevaron a cabo más de 1.100 incursiones aéreas, y bombardearon intensamente el Líbano con unos 25.132 proyectiles. El nombre de la operación no era un homenaje al libro de John Steinbeck, sino una inspiración bíblica: "La espada fuera, el terror dentro, debemos destruir a los hombres jóvenes y a las vírgenes...", desentraña Robert Fisk.

El 18 de abril de 1996, un ataque contra un cuartel de la ONU en el pueblo de Qaná, terminó con la vida de 118 personas que se habían refugiado allí. El gobierno de Tel Aviv se disculpó diciendo que se había tratado de un error. Y argumentó que tenía noticias de la presencia de milicianos de Hezbolá.

El vídeo de un casco azul de Naciones Unidas, originario de las islas Fidji, muestra a un avión no tripulado volando por la zona antes del ataque, por lo que los mandos castrenses israelíes tenían una visión muy clara de lo que sucedía. Esta revelación, conseguida por Robert Fisk, y el informe posterior de la ONU, dejaron en muy mal lugar a Israel, que había afirmado que no tenía aeronaves en el momento en la zona.


Tal fue el estupor mundial que Israel dio por terminada la Operación Uvas de la Ira tras firmar un acuerdo con Hezbolá, en el que ambas partes se comprometían a respetar a civiles (para Hezbolá, llamada siempre "organización terrorista" por la administración de Jerusalén, significó un importante reconocimiento, ya que estaba rubricando un tratado de igual a igual con un Estado).

También la Operación Paz para Galilea, de 1982, que llevó a las tropas de Sharón hasta Beirut, dio lugar a una brutal matanza: Sabra y Chatila, que se cobró la vida de 1.200 personas.

2. Segunda matanza Qaná

El día 25 de julio de 2006, cuatro observadores de Naciones Unidas murieron como consecuencia de las bombas israelíes en el Líbano. Hasta en diez ocasiones se pusieron en contacto con los mandos de Israel para avisarles de su posición, ya que el fuego se acercaba progresivamente al lugar en el que se encontraban.

El secretario general de la ONU en ese momento, Kofi Annan, afirmó que el ataque contra la FINUL fue deliberado, pese a haber aceptado las excusas del primer ministro israelí Ehud Olmert.

La siguiente matanza llegó el 30 de julio. Otra vez en Qaná, sólo que una década más tarde. Al principio se hablaba de 56 muertos. Después la cifra bajó a 28, de los que 14 eran niños. Las tareas de rescate, en medio de la guerra, fueron sumamente complejas y se vieron interrumpidas en varias ocasiones. El gobierno de Olmert argumentó que Hezbolá había utilizado a los civiles como "escudos humanos".

Como de costumbre, no faltaron los intolerantes y demagogos, los que tienen siempre la palabra "antisemita" en la punta de la lengua, que salieron a decir en la red que las fotos de mi buen amigo Lefteris Pitarakis, que se jugó la vida para retratar a los bebés que salían de los escombros, eran un montaje, eran falsas.

Pero el mundo dijo basta. Y el Consejo de Seguridad aprobó la resolución 1701, haciéndole también un favor a Israel, que se había quedado empantanado en el avance terrestre ante la férrea defensa de Hezbolá en pueblos como Bint Jbeil.

Hoy, las tumbas de los muertos ocupan una plaza en Qaná, situada a unas pocas manzanas del memorial en honor a las víctimas de la anterior masacre, la que tuvo lugar en el cuarte de la ONU.

3. Masacre en Beit Hanún

La Operación Nubes de Otoño, sucedió a finales del 2006 a la operación Lluvia de Verano en Gaza. Se centró en la localidad de Beit Hanún. Terminó con la vida de 63 palestinos, la mayoría civiles.

Los tanques hebreos alcanzaron a un autobús escolar, matando a Ramzi Al Ashrafi, de 16 años, y provocando irreparable daño cerebral a Najwa Khleif, una maestra de 20 años. Mataron también a dos conductores de ambulancias.

Pero el punto de inflexión fue la muerte de 18 miembros de una misma familia, durante la noche. Una vez más, el horror del mundo hizo que Israel bajase las armas.

¿Reaccionará el mundo?

Podemos esperar que la muerte de 40 inocentes hoy en una escuela de la ONU en Gaza provoque la ira del mundo, y finalmente nuestros líderes salgan de su cobarde y cómplice silencio para que Israel tenga que dar marcha atrás en su ofensiva.

Israel cuenta con un factor a su favor: a diferencia de otras ocasiones, a establecido un insoslayable bloqueo informativo - censura pura y dura - que impide la presencia de periodistas extranjeros que, como hizo Lefteris Pitarakis aquella mañana de agosto de 2006 en que viajó de Tiro a Qaná, puedan desplazarse a la zona para contar qué sucede.

Mientras escribo estas palabras, otro portavoz israelí, Mark Regev, aparece en las pantallas de Al Jazeera. Afirma que un comando de Hamás estaba disparando desde la escuela y que estaba usando a los civiles como “escudos humanos”. Lo que me provoca una sensación de deja vu, de haber escuchado esto una y otra vez en el pasado, en esta nefasta historia que no deja de repetirse.

El locutor le pregunta por qué tampoco permiten el acceso de la prensa, o de organizaciones internacionales como Human Rights Watch, que es lo que ha pedido la ONU. “No es una propuesta seria. Hamás ha creado un regimen semi totalitario como el de los talibán... Las mujeres llevan velo. La gente no es libre para hablar. Es como mandar una comisión independiente a Corea del Norte”.

Anónimo dijo...

Anónimo, le dejo un artículo de Pilar Rahola, parece que con el nuevo año las mentes vienen más despejadas, personalmente me gusta…

Entiendo que nos quieran borrar del mapa, pero no pretendan que cooperemos con ustedes para lograr ese objetivo". El hecho de que esta vieja frase, de una cáustica Golda Meir a los dirigentes palestinos, sea tan vigente en la actualidad nos da la medida de la tragedia que sufre Tierra Santa desde hace décadas.

En realidad, esa misma frase yace en la drástica decisión militar que ha tomado el Gobierno israelí, y que lo ha vuelto a poner bajo el punto de mira -y de ira- planetario: la necesidad de frenar el permanente intento de destrucción de Israel.

Como decía recientemente el profesor Joan B. Culla, ante la incursión militar del Tsahal en la franja de Gaza caben múltiples reacciones y algunas tienen un sentido crítico justo. Pero como abundan las reacciones histéricas, carentes de cualquier atisbo de reflexión serena, estrictamente basadas en el maniqueísmo y el prejuicio, será necesario hacerse algunas preguntas al albur de los hechos.

Lo escribía hace poco el periodista Ari Shavit en Haaretz:"La operación Plomo Fundido es una operación justa. Y es, también, una operación trágica". Discrepo del término "justo" porque, como también decía Golda Meir, "las guerras no nos gustan, ni cuando las ganamos". Nunca puede considerarse justa una incursión militar que provoca decenas de muertos, aunque tenga como objetivo la destrucción del operativo militar de Hamas. Pero, ¿puede considerarse inevitable?

Algunos intelectuales, como Amos Oz, ya han alertado de que la incursión en Gaza implicará una nueva gran campaña contra Israel. Pero incluso la izquierda israelí mantiene una posición muy tibia respecto a la incursión. Yes que la decisión de atacar a Hamas llega después de un tremendo cansancio de la sociedad israelí, harta de no encontrar ninguna salida ni ninguna esperanza. Y harta de saber que el otro lado trabaja incansablemente para destruirla.

Veamos, pues, las preguntas, dirigidas especialmente a los pancartistas que vociferan su odio a Israel por las calles de nuestras ciudades, la mayoría sospechosos habituales, desde los convencidos de la izquierda intolerante, siempre preparados a levantar el puño contra Israel, hasta los múltiples sectores del islamismo. Curioso, por cierto, este pornográfico compadreo. Los que salen a la calle dicen hacerlo a favor de la libertad de Palestina.

Bien, ¿dónde han estado durante todos estos años en que han crecido fenómenos fundamentalistas que oprimían hasta el delirio a los propios palestinos? ¿Hamas tiene algo que ver con la libertad, o tiene todo que ver con el fascismo de corte islamista? ¿La libertad se defiende adiestrando a niños para el suicidio y esclavizando a mujeres? ¿La libertad la defiende Irán, país que sostiene económicamente a Hamas? ¿Es la libertad el patrimonio de los terroristas de Hizbulah?

Dicen, también, que salen a la calle por solidaridad. Bien. ¿Solidarios con quién? ¿Con Mahmud Abas, el presidente palestino, que ha sido menos crítico con la incursión que cualquier pancartista europeo? ¿Con los palestinos que no están de acuerdo con el uso de los fondos de ayuda a Palestina para armar ejércitos y preparar atentados? ¿Se han preguntado qué ocurre con esos fondos? ¿La solidaridad con los palestinos se defiende minimizando el terrorismo y perdonando las agresiones de Hamas? ¿Se defiende la paz aupando a líderes palestinos que no creen en ella?

Es cierto que, contra Israel, la izquierda intolerante vive mejor. Y es cierto también que, a realidades complejas, la masa vociferante prefiere la simpleza de los malos y buenos. Pero más allá de los prejuicios, los hechos son tozudos. Israel se retiró de Gaza, dejando intactas las estructuras económicas que había creado. Hamas las destruyó todas y aprovechó la retirada para volver a preparar un ejército de destrucción. Y centenares de misiles después continúa preparándose para ello.

El silencio de esa izquierda, hoy tan gritona, ha sido muy significativo. Lo que está ocurriendo en Gaza es trágico. Pero no empezó con la incursión de Israel. Y cargar todas las culpas contra Israel es cómodo y es simple, pero no sirve de nada. Porqué el principal enemigo del pueblo palestino palpita en su interior.
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Pilar Rahola
La Vanguardia. Barcelona.
06/01/2009