domingo, 11 de enero de 2009

A SU HIJA LE SOBRAN 10 KGS.

Ya me lo avisó la madre de mi hija, cuando me dispuse a llevarla al pediatra de la seguridad social por un resfriado común. Me dijo que cada vez que la llevaba, el pediatra siempre le preguntaba por el peso de la cría, insistiendo en el sobrepeso de la niña, según él, unos diez kilos de peso, a mí me da la risa. En esta ocasión tuve la oportunidad de llevarla yo, y así lo hice. Primeramente atendió el resfriado, por el cual, me obligaba a llevarla por segunda vez, ya que la primera vez vio suficiente el pediatra que la atendió en tratarla con agua de mar en la nariz, para que “expulsase los moquillos”, olvidándose de los que tenía en el pecho, y con un paracetamol en jarabe para tratar el pequeño dolor de oído posiblemente proveniente de los mocos acumulados.

Mi sorpresa vino cuando el pediatra que la suele atender no se encontraba y había una pediatra sustituta por estar éste de vacaciones. Ésta le auscultó el pecho, le miró el oído y me dijo que necesitaba un jarabe para terminar de expulsar los moquillos, hasta ahí bien. Una vez diagnosticada, pasó a elaborar la receta y fue cuando me preguntó el peso de la niña. Lo encontré en principio normal, ya que necesitaba conocer ese dato para saber la cantidad de jarabe a tomar en cada toma. Una vez elaborada la receta, fue cuando me preguntó la edad de la niña y sin mediar más palabras me dijo que tenía un sobrepeso de unos diez kilos. Me realizó las típicas preguntas, que si comía chuches, etc... Siendo éstas negativas. Yo simplemente me quedé un tanto atónito, ya que la pediatra terminó diciendo, contradiciéndose a sí misma, bueno claro, es que está muy alta, dato por el cual no me preguntó. Yo no le hice más caso al asunto, pero al salir de la consulta, me di cuenta como mi hija caminaba junto a mí con cara sería y pensativa. Al percatarme de la situación, le pregunté por qué habría dicho aquello la doctora, cuando a la propia pediatra le sobraban por lo menos veinte kilos, quizás más, siendo ésta una mujer joven. Logré sacarle una sonrisa y la lógica aplastante que emplean los niños la llevó a la deducción de que era verdad lo que yo le estaba diciendo. Lo era.

Explicado el tema en cuestión, paso a hacer mi reflexión al respecto. Todos sabemos que la Junta de Andalucía puso en marcha una campaña años atrás, contra la obesidad en los niños tras los resultados de una estadísticas, “bendita éstas” que dicen que en Andalucía es dónde se concentran más niños con sobrepeso o incluso con obesidad.

Yo no soy nutricionista, pero cualquiera sabe que para hacer un diagnóstico en este sentido, se debe medir la estatura del niño –cosa que quizás la pediatra podría haber hecho a “ojo”— pero también es necesario medir la masa muscular del individuo, cosa que la pediatra no hizo, ni lo uno ni lo otro.

Al siguiente día me quedé mirando a mi hija en la fila que formaba junto a los niños de la clase a la entrada a su colegio. Me di cuenta que había disparidad de clases de niños, unos mucho más altos que otros, los había gordos, flacos, extremadamente gordos, extremadamente flacos, etc... Pero en la seguridad social intentan medirlos o ponerlos a todos bajo el mismo rasero bajo mandato de la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía. Me di cuenta que es imposible poner a los que están extremadamente gordos en el mismo peso que los que están extremadamente delgados por simple constitución de su cuerpo, o como se decía antiguamente “hechura”.

Después maliciosamente, sin que nadie se percatara de mi propósito, hablé con un par de madres sobre sus hábitos alimenticios y más o menos todos eran los mismos, no era del todo mala. Lo que si lo es, y en eso coincidíamos todos, es en la vida sedentaria que viven nuestros hijos.

Hemos creado una sociedad de niños sedentarios, los adultos también lo somos. Puede que sin percatarnos lo hayamos hecho, pero así es. En cualquier familia trabajan el padre y la madre y hay poco tiempo para dedicarle al hijo. Cuando yo era niño también había niños gordos y flacos, pero todos jugábamos en la calle, y estaríamos gordos, pero bien entrenados y correteados. Hoy no. Hoy no se ven niños jugando en las plazas a la pelota, ¿todavía existen estos artilugios o han sido cambiados por las Wii o las Nintendo?

Hemos cambiado los hábitos en la sociedad y cuando vemos que el resultado obtenido ó sus consecuencias no nos gusta, intentamos cambiarlo culpando a “la víctima” de nuestra desidia, nuestros niños.

Hay otro problema grave entre los jóvenes de nuestra sociedad que es la anorexia, enfermedad extendida sobre todo en el género femenino, aunque no descarta al masculino. Lo digo simplemente porque los médicos deberían tener un poco más de tacto cuando tratan con niños estos temas. Estando ellos delante. Pues a una niña de diez años no le hace gracia que le digan que está sobrada de kilos, menos en repetidas veces, es decir, cada vez que toca visita al pediatra debido a un resfriado. Más aún cuando nuestra sociedad inculca lo que todos sabemos, sólo hay que darse una vuelta por cualquier tienda de ropa y ver las tallas que se venden.

Los niños de mi época podían jugar libremente a la pelota con poco temor a que pudiese ocurrirles algo. Hoy es más complicado, es difícil dejar a tu hijo en la calle a sabiendas de cómo está la vida. De cómo está la sociedad actual y de cuando puede aparecer algún Del Valle por el vecindario. Hemos perdido nuestra libertad a cambio de un poco más de seguridad, sin olvidarnos de la nueva forma de vivir de las familias.

Nadie más que nosotros tenemos la culpa de la sociedad en la que vivimos, no tratemos de construir niños iguales. No solo intentan hacer que piensen de la misma forma con la nueva asignatura para la ciudadanía, sino que también pretenden que pesen el mismo número de kilos. Cualquier padre o madre que me lea, sabe que en la clase de su hijo hay tantas diferencias como niños hay en ella. Acatemos lo que hemos creado, no intentemos echar balones fuera.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Jose, una vez más nos deleita con un artículo que desde el punto de vista que le caracteriza, siempre desde el conservadurismo que ni Margaret Thatcher le daría su aprobación., o cuanto menos se echaría las manos a la cabeza.

Esta vez le toca a los niños, los niños son como son, y que a los pediatras no se les ocurra de llevar un control sobre la salud del niño. Recordemos que tiene que haber diversidad en clase.

Jose Luís le guste o no a su hija le a tocado vivir en una sociedad, que pueda ser mas o menos peligrosa, pero que irremediablemente arrastrará a esta generación, tratando casi sistemáticamente en no caer en los mismos errores que nosotros.

Nos da unos consejos el Dr. Pedro Barreda. (Pediatra)

Es preocupante el elevado número de niños que en nuestro país muestran un claro sobrepeso. De este porcentaje, una minoría son obesos; que pueden sufrir algún tipo de enfermedad metabólica que determina esa acumulación excesiva de grasa. Por el contrario la gran mayoría restante de estos niños, están obesos; es decir, ese sobrepeso ha sido determinado básicamente por factores psicológicos, familiares o culturales.

Tanto los que corresponden a un grupo como al otro, son pequeños que muestran un trastorno, y lo aconsejable es, naturalmente, remediarlo cuanto antes.
A continuación respondemos a las preguntas más importantes acerca de la obesidad.


¿Puede aumentar el número de adipocitos en un niño?
En ciertos períodos, como la primera infancia y la pubertad, los adipocitos se reproducen. Si se alimenta incorrectamente al niño durante estas etapas, se corre el riesgo de aumentar excesivamente la cantidad de estas células, lo cual favorece la formación de la obesidad en el niño.

Muchos padres dejan que sus hijos engorden suponiendo que "ya adelgazará cuando sea grande"; esto es, evidentemente, un grave error.

¿Es hereditaria?
Tanto el hambre como saciedad son regulados por hipotálamo, por transmisión química, pero aún no están totalmente claros estos mecanismos. Parece ser hereditaria la cantidad de alimentos que ingieren hasta sentir saciedad los padres que comen mucho suelen tener hijos que comen más de la cuenta también.

En un estudio realizado con gemelos que han sido separados y criados en distintos hogares, se llegó a la conclusión que la obesidad es, en parte hereditaria. En este estudio vio que la mayoría de los niños obesos tienen padres que también lo son. Así, si ambos padres tienen un peso normal, lo en un nueve por ciento los casos los hijos serán gorditos; en cambio, si uno de padres pesa más de la cuenta los hijos tendrán el 41 por ciento de posibilidades de pesar más. La cifra aumenta si dos padres son obesos; en estos casos el riesgo de gordura eleva al 73 por ciento.

¿El incremento excesivo de peso puede ser consecuencia de una enfermedad?
Algunas lesiones del sistema nervioso central y ciertos problemas endocrinos, como, hipotiroidismo, pueden causar este síntoma. Lo mismo que el exceso de corticoides, bien sean éstos producidos por el organismo o tomados para combatir otra enfermedad.

El exceso de kilos en los niños es un problema importante,
no sólo por sus consecuencias psíquicas,
sino también porque los pequeños "rellenitos" pueden llegar a ser adultos obesos.

¿Cuándo se considera que un niño es obeso?
Cuando pesa un 10 por ciento más de lo que indican las tablas como peso ideal para su edad se considera que es gordo, y obeso cuando sobrepasa en un 20 por ciento (o en más) la cifra que estas tablas muestran como el peso adecuado,

¿Qué deben hacer los padres cuando descubren que su hijo pesa más de la cuenta?
Lo aconsejable es acudir al pediatra y de esta forma poner remedio a ese aumento de peso y evitar que llegue a convertirse en un gordito o, en el peor los casos, en un obeso. (Aviso a navegantes.)

¿Qué medidas pueden tomar los padres de un niño obeso?
Además de llevarlo al pediatra, los padres deben evitar ofrecerle "comida rápida" (papas fritas, galletitas dulces, caramelos). También es muy importante que jueguen con él para que se mueva y haga ejercicio.

¿En qué consiste el tratamiento?
La obesidad infantil es fácil de corregir, sobre todo cuando no está asociada a ninguna enfermedad. Una dieta adecuada, que regule la ingestión de azúcares y grasas, que sea abundante en verduras y frutas, da resultado. Por lo general, no es necesario recetar medicamentos a los niños gorditos.

¿Qué peligros físicos entraña la obesidad?
Prácticamente ninguno durante la infancia. El más grave de todos es que determina una obesidad cuando sea adulto, y es entonces cuando conlleva grandes riesgos, por ejemplo, las cardiopatías.

Estimado José Luís,

Un Saludo..