viernes, 13 de enero de 2012

SENTENCIA MARTA DEL CASTILLO

Hoy he conocido la sentencia sobre el caso de Marta del Castillo y me ha helado la sangre. Su padre pretendía no manifestarse hasta leer detenidamente el fallo, pero no ha podido más que salir a la calle a hablar y deshogarse con los medios de comunicación. Su esposa, lloraba en casa la injusticia acometida con su hija y el fallo dictaminado por los jueces.

Yo tras ver todo esto, me ponía en lugar de esta familia y de este padre. Viendo hoy en la televisión las imágenes de Miguel Carcaño y Samuel Benítez “el imitador de Cristiano Ronaldo” teniendo su careo frente al tribunal, donde éste último pedía respeto para los miembros del tribunal me hervía la sangre. Este impresentable se olvidaba de pedir respeto y él mismo respetar a las grandes víctimas de todo este episodio, la familia. Lo intento, pero no puedo imaginar lo que esta familia habrá pasado. Todo el dolor que deberán haber tragado.

Desgraciadamente, he visto en algunas ocasiones como unos padres pierden a un hijo debido a una enfermedad y quedan rotos de por vida. Madres y padres que visitan a diario la tumba de sus hijos que alguna enfermedad incurable o un accidente de tráfico, les ha arrebatado la vida de su hijo. Por lo que no puedo ni imaginar lo que debe ser para estos padres el ver la cama vacía de su hija noche tras noche, y no saber dónde se encuentra, no tener un lugar donde ir a llorarle, no tener donde llevar un ramo de flores a su ser querido y saber que está ahí descansando. Solo tener la certeza de que no volverán a ver a su hija, besarla o abrazarla. Mientras esto ocurre, estos personajillos salen de rositas. Es más, ya se habla de que Samuel Benítez podrá pedir una indemnización por haber estado en la cárcel durante diez meses. Indignante. Es más, me pregunto si quizás Miguel Carcaño no se hubiese declarado autor material del nefasto asesinato, no habría salido igualmente como el resto y tal como manifestaba hoy el abuelo de la chiquilla, resultaría que ésta se habría volatilizado sola.

Las víctimas no dejan de sorprenderme. Se mantienen firmes en el estado de derecho en el que vivimos como corresponde, frente a los verdugos de sus familiares. Poniendo todas sus esperanzas en que sea la justicia la que dictamine la pena a su verdugo y les libere dentro de lo posible de su dolor, ajusticiando a éstos que le arrebataron aquello que más querían. Pero la justicia una vez más, ha demostrado no estar a la altura que de ella se espera, y mucho menos, de las propias víctimas.

Me uno a vuestro dolor.