El pasado Lunes en el programa de Iñaki Gabilondo del canal Cuatro, pillaron al Presidente con el carrito de los helados en las manos y arrastrándolo.
La entrevista “oficial”, fue como las que suelen ser habituales en el periodista al presidente del gobierno. Una entrevista cómoda, en un canal amigo y ante un periodista amigo. No hubo preguntas difíciles, todo fue muy comedido. Una pena porque a mí particularmente me encanta D. Iñaki cuando entrevista de verdad, es decir, cuando hace como la que hizo al candidato del Partido Popular. En estas ocasiones se pone el “mono” de fiscal, y saca toda su artillería contra el entrevistado, a mí me encanta. Distinto es cuando entrevista al Presidente del Gobierno y candidato por el PSOE, ahí se quita el “mono” de fiscal para ponerse el de abogado defensor, la entrevista pierde mucho interés.
Pero en esta ocasión, lo mejor de la entrevista a Z venía al término de ésta. Estando ya ambos de pie y despidiéndose, el periodista le preguntaba sobre las encuestas sobre intención de voto, a lo que el presidente le contestaba que bien.., bien.., lo que ocurre es que nos interesa que haya tensión. D. Iñaki sin querer le hacía con la entrevista terminada la pregunta más interesante y Z daba la respuesta más sincera de toda ella. Supongo que al realizador de la entrevista le habrá caído una buena, primero por captar ese momento, y sobre todo, por pasárselo a los demás medios de comunicación, para difundir la noticia de la entrevista. Hombre un error lo tiene cualquiera, pero un error así, ¿se lo perdonarán?
Pero vamos a lo fundamental del asunto, el Presidente insiste en que el fin de crear tal tensión es movilizar al electorado de izquierdas, naturalmente, para que acuda el próximo 9-M a votar, para así obtener una mayoría más holgada.
La estrategia puede ser razonable o no, aún con lo que ésta conlleva. Desde luego es discutible. Lo que no lo es, y ha quedado meridianamente claro, es que es él el que crea tensión y crispación en España y no aquellos a los que él mismo acusa en sus mítines de campaña. Lo hicieron durante toda la legislatura en las sesiones de control en el congreso, donde aquel que no estaba con las decisiones del gobierno era un patriota de hojalata, ahora en la campaña electoral han cambiado el concepto por el de antipatriota, cuando se habla de la situación económica que nos toca atravesar.
Como estrategia, como digo puede ser discutible. El problema está en el fin que se intenta alcanzar, y el fin real que se obtiene. El fin del gobierno es la movilización de su electorado, hasta ahí puede ser hasta legítimo aunque discutible, pero la realidad es que lo que se obtiene y se está obteniendo es la crispación generada en la sociedad de aquel que prometió gobernar para todos desde la humildad, jamás olvidaré aquella frase tras ser proclamado presidente del gobierno, y ver lo que ha sido esta legislatura. La verdad es que los niveles de tensión y crispación han sido altísimos, tal que así, ha encaminado el presidente del talante su campaña electoral, donde su discurso es el porque no hay que votar al PP, y muy poco sobre porque debemos votarle a él.
La tensión es la antesala a la crispación, la legislatura de Z quedará marcada por sus mentiras en un tema tan importante como es la lucha antiterrorista. En este caso también buscó un fin, el fin de ETA como banda terrorista, el fin era sin duda bueno, pero para alcanzarlo, el gobierno cedió rompiendo el único consenso de estado verdadero y duradero con la oposición, el pacto antiterrorista. El fin que buscaba el gobierno era que ETA entregara sus armas y desapareciera, a cambio de que ellos cedieran sobre ciertos acuerdos políticos, ya expresados por este columnista en anteriores columnas. Antepusieron la relación con los terroristas a las propias víctimas, emplearon unos fines con los que muchos españoles no estábamos de acuerdo y se lo dijimos, pero el Sr. Z no nos escuchó. Egocéntricamente escogió su camino, como ahora, haciendo uso de la tensión en la sociedad y se equivocó. Fuimos muchos los que se lo dijimos, pero él no nos escucho, porque su fin era muy esperanzador, y así lo hizo unilateralmente. Pero la realidad es tosca, y no se alcanzó el resultado que se esperaba, sino un resultado totalmente contrario, teniendo que recurrir posteriormente a la mentira para salir de él, aunque ahora ya sólo le creen sus incondicionales.
Sobre el tema de la inmigración, personas que llegan con el fin de alcanzar un estatus de vida mejor, más digno, “como todo emigrante”, niegan también las cifras. El efecto Caldera es real. Según CC.OO. volvemos a tener más de un millón de inmigrantes ilegales en nuestro país, a lo que Caldera intenta maquillar con tippex las cifras y dice que hay 300.000. Como vemos otra equivocación donde buscando un fin honesto se ha creado un problema verdadero, en un país a puertas de una recesión económica, donde según Caldera y Z todos cabemos. Problema del cual les avisamos también muchos ciudadanos, incluso en el Parlamento Europeo. Tampoco nos escucharon.
Queda claro que este gobierno ha intentado alcanzar muchos fines realizando políticas egocéntricas y arrogantes, ya que encima nos daba lecciones, pero el fin alcanzado no corresponde a sus expectativas, aunque desde su egocentrismo no quieran ahora reconocerlo. Ya nos lo avisó el filósofo de la libertad Friedrich Von Hayek, cuando nos dijo que; La gran utopía de las últimas generaciones, no es sólo inasequible, sino que el empeño de alcanzarlo produce algo tan sumamente distinto que pocos de sus partidarios estarían dispuestos a aceptar las consecuencias.
Ahora sé que muchos me llamaran antipatriota o patriota de hojalata, pero no me importa. No me importa porque son los mismos que han ordenado retirar el Himno y una jota patriótica, y poner la Oda a la Alegría en un concierto por el 2 de Mayo. La jota que se ha ordenado retirar dice así;
El que al oír ¡viva España!
¡Viva España! no responde.
Si es hombre, no es español
y si es español no es hombre.
1 comentario:
Caldera, cesado
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